La ansiedad y la depresión suelen caminar de la mano en muchos casos. Se trata de trastornos que se retroalimentan y muchas veces no está claro cual de ellos se instaló primero en la rutina del paciente. No obstante, son cuestiones diferentes y debemos conocer sus características dado que determinan el día a día de la vida del afectado.
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Diferencias y similitudes entre la ansiedad y la depresión
La ansiedad y la depresión son, ambos, trastornos emocionales complejos en los que la conducta y el pensamiento de los afectados no responde de forma positiva ante situaciones tensas. Además, suelen estar vinculados con una percepción negativa de la realidad que no siempre es la que el resto de su entorno percibe.
Es corriente que la ansiedad y la depresión tengan un mismo inicio como consecuencia de una falta de habilidades sociales, para la resolución de conflictos o frente a situaciones de estrés. Además, es más posible que se dé en personas con un pensamiento que no se adapta bien a los cambios en su vida y es muy rígido.
Es cierto que el tratamiento se puede considerar también similar dado que el uso de fármacos antidepresivos es común en ambas, así como la presencia de un seguimiento psicológico.
Muchas veces, esa descripción tan común y acertada para ambos trastornos hace que nos confundamos y asociemos síntomas de uno a otro. No obstante, también tienen diferencias que sólo los profesionales son capaces de percibir en ocasiones y que hace que su tratamiento pueda variar.
En cuanto a esas diferencias, en concreto la ansiedad es un sistema de alerta propio del cuerpo humano ante situaciones de peligro que lo previene del riesgo asociado. No obstante, cuando se prolonga en el tiempo y se da en situaciones poco peligrosas, se trata de un trastorno de ansiedad generalizada que hay que tratar.
Por su parte, la depresión está más asociada con la situación anímica de la persona y no es una respuesta natural del cuerpo en su inicio. Así, la ansiedad está más relacionada con la amenaza y la sobrevaloración del peligro, mientras que la depresión se forma a partir de la falta de confianza o motivación para enfrentar nuevas situaciones. De hecho, en el caso del trastorno de ansiedad, éste no implica que el sujeto no pueda disfrutar u obtener placer de sus situaciones cotidianas. Tampoco existen tantas variaciones en el estado de la persona en un mismo día como suele ocurrir en la depresión.
Otro punto interesante para distinguir la ansiedad y la depresión es la aparición de estos trastornos en los niños. No es nada común la depresión en ellos por la implicación cognitiva que requiere, pero sí se puede manifestar como irritabilidad constante. La ansiedad es algo más común, aunque en el caso de los niños las diferencias entre depresión y ansiedad no están nada claras.
Para definir mejor ambos casos, podríamos decir que, ante una misma situación, la persona con ansiedad la tomaría como un hecho amenazante para su propia existencia y la persona depresiva lo tomará como un fallo o pérdida que afectará a la energía del organismo.
Más allá de estas diferencias es importante remarcar que en el caso de cada persona se dan de una forma distinta y que los tipos de ansiedad son, a su vez, diferentes también.
¿Cuáles son los síntomas de la depresión y la ansiedad?
Ya se han nombrado anteriormente de forma menos concreta, pero en el caso de la depresión sus síntomas se ven a partir del estado de ánimo deprimido, una quietud o disminución de la actividad evidente y una tristeza profunda. Podemos observar, también, aislamiento social, abatimiento y poca motivación para solucionar conflictos simples.
Por su parte, la ansiedad cuenta con síntomas que, muchas veces, están más relacionados con estados físicos como las palpitaciones, los mareos, la hipersensibilidad, un ritmo cardíaco y respiratorio acelerado, así como habilidades nulas para concentrarse o recibir varios estímulos a la vez.
Lo anterior no quiere decir que la depresión no pueda manifestar signos físicos ni la ansiedad otros problemas a nivel psicológico. De hecho, ambos son constantes en los diagnósticos, pero es más sencillo ver esas diferencias en los síntomas al principio del proceso o trastorno. Así, es posible que las dificultades de concentración, el insomnio, el vértigo o las náuseas aparezcan en ambos casos, así como una total atención a la propia persona y no a su entorno.
La mayor complicación en su diagnóstico es que ambos trastornos pueden darse unidos de forma que es posible tratar con personas con depresión que tengan rasgos sintomáticos de la ansiedad o personas que tienen ansiedad patológica y cuentan con características propias de la depresión. De hecho, la Organización Mundial de la Salud habla de trastornos mixtos ansioso-depresivos. Así, será un profesional el que tenga la tarea de diagnosticar el problema y poner la atención en sus causas.
¿Cómo tratar la depresión?
Es cierto, como se ha mencionado, que los tratamientos de ansiedad y depresión pueden estar muy relacionados por el tipo de fármacos que se administran y la necesidad de un proceso psicológico que modifique pensamientos y conductas.
No obstante, en ello también hay diferencias y el tratamiento contra la ansiedad pretende reducir la activación de la misma en diferentes situaciones, mientras que en el caso de la depresión se trata de aumentar la actividad. Además, el tratamiento contra la ansiedad ayuda a demostrar al paciente que no hay relación entre sus estímulos y las situaciones reales de peligro para que sepa distinguir éstas de las que percibe como amenazantes. En su caso, el tratamiento contra la depresión enseña al paciente la relación entre actuar y conseguir recompensas que sí están a su alcance y puede lograr dado que le falta estimulación y motivación para ello.
Estas diferencias son las que los profesionales tienen en mente para realizar un tratamiento adecuado a cada uno de los trastornos mencionados y aumentar la autoestima y calidad de vida.
Pese a las diferencias, es cierto que ambos trastornos pueden llevar a consecuencias similares; algunas tan complejas como las crisis de pánico, la tristeza más profunda e, incluso, el intento de suicidio.
Por ello es tan importante conocer bien estos trastornos y actuar con la mayor agilidad posible, evitando que se complique el diagnóstico.
Como último consejo, es esencial realizar ejercicios de relajación, respiración o meditación para evitar estos trastornos y tener una mejor calidad de vida.
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